La Plaza Mayor de Valladolid, hoy tomada como referencia para señalar el centro de la ciudad, fue, en su origen, una explanada situada extramuros a la que se accedía por el Postigo del Trigo, una desaparecida puerta que cercaba la villa a la altura de la plaza de la Rinconada, detrás de la actual Casa Consistorial.
La falta de espacio en la plaza de Santa María (hoy de la Universidad) hizo que, durante el siglo XIII, la zona que hoy ocupa la Plaza Mayor comenzara a asumir las funciones de mercado y de recinto ferial. Su importancia crece hasta tal punto que en 1499 los Reyes Católicos emiten una Real Cédula en la que ordenan que las sesiones del Ayuntamiento se celebren en un edifico aquí situado. Es, además, uno de los primeros documentos que se refieren a ella como Plaza Mayor.
El incendio de 1561: volver a empezar
La de Valladolid es la primera Plaza Mayor regular de España. Este modelo, copiado por otras como las de Madrid o Salamanca, se adoptó después de un catastrófico incendio que arrasó el centro de la villa durante dos días, en septiembre de 1561. Se quemaron cerca de 440 casas de la plaza y hubo que demoler otras muchas por daños.
Felipe II, natural de la ciudad, ordenó su reconstrucción al arquitecto Francisco de Salamanca, quien es seguidor de las nuevas tendencias europeístas basadas en el orden y la regularidad.
A finales de siglo, la ciudad cuenta con una plaza “todo a una altura, todo de ladrillo (…) levantados cuatro estados en alto (…) todo lo demás en redondo es de portales sobre columnas (…) de piedra, redondas”, según la descripción de Dámaso de Frías.
Se convierte entonces en principal escenario de los acontecimientos políticos y sociales, desde las recepciones a las más altas autoridades, los juegos de cañas, festejos populares y corridas de toros hasta los oscuros Autos de Fe.
El aspecto de aquella reconstrucción, muy similar al actual, no se recuperaría hasta el siglo XX.

Siglos XIX y XX, del desdeño de lo histórico a la ruina
Dos hitos marcaron la evolución de la plaza en el siglo XIX: la apertura de la calle del teatro (Calixto Fernández de la Torre) por las autoridades francesas y la demolición del convento de San Francisco, por la desamortización, y de la propia Casa Consistorial por su estado de ruina. Esta es sustituida a principios del siglo XX por una nueva y vistosa edificación, cuyo estilo ecléctico lo convierte en uno de los mejores ejemplos de la escuela parisina en nuestro país. Es entonces cuando se coloca la estatua del Conde Ansúrez.
A principios del siglo XX se continúa con la construcción de viviendas de acuerdo a una estética que nada tenían que ver con el conjunto de Francisco de Salamanca: el número 3 (esquina con la plaza del Corrillo) se levanta en 1926 y el que hace esquina con la calle Santiago, en 1932-34. El único elemento que el consistorio obliga a mantener es el soportal porticado. Medio siglo más adelante se construyó el edificio del Banco Santander, por el cual desapareció una calle, hoy callejón de San Francisco.
Finales del siglo XX, retorno al origen
La imagen que ha ofrecido la Plaza Mayor de Valladolid a lo largo del siglo XX dista mucho de su aspecto actual, armonioso en formas y en colores y totalmente peatonal desde 2019.
Ha sido transitado por tranvías primero y por vehículos privados a motor después –llegó a tener, en los años 70, una parada de taxis con capacidad para quince coches-. Además del tráfico, devaluó su valor estético la instalación de agresivas vallas publicitarias y la decadencia de las construcciones, muchas de ellas declaradas en estado de ruina en los años 90.
El retorno a su origen renacentista llega en 1996, cuando se aprueba un proyecto de urbanización (Valladolid Renace) dedicado a evocar su primigenio “orden geométrico virtual (…) y los conceptos de espacio urbano propios del Renacimiento español de impronta herreriana”.
El lavado de cara comienza por la peatonalización del espacio y la eliminación de los grandes rótulos. Se apuesta por el adoquín cerámico rojo, a imagen de muchas plazas renacentistas italianas y tan importante para la arquitectura histórica castellana. Las fachadas se tiñen de rojo almagre, simulando el ladrillo visto para recuperar su aspecto renacentista. Este tono nos recuerda también la altura que tuvieron las viviendas desde su reconstrucción, en 1561, marcando las tres plantas originales y dejando la cuarta en otro color.

Su recuperación estética y, sobre todo, su peatonalización, le han devuelto su estatus de epicentro social de Valladolid, como escenario principal de las fiestas patronales, de la Navidad y de acontecimientos culturales como la Feria del Libro o el Festival Internacional de Teatro y Artes de Calle.
3 Comentarios
Preciosa ciudad que me recibió con una multa de aparcamiento aún teniendo ticket en hora. No me volvereis a ver por allí ni a mí ni a todo el que pueda recomendar. Un placer.
Lamentamos la situación y, si se trata de una sanción incorrecta, te animamos a interponer un recurso ante el Ayuntamiento. Os recordamos que, además, estas sanciones se pueden anular en las propias máquinas expendedoras de tiquets de la ORA y que las zonas de aparcamiento regulado requieren que, aun teniendo tiquet, los vehículos cambien su ubicación cada dos horas, en el caso de zona azul, y cada hora, si se trata de zona naranja (la zona verde es exclusiva para residentes). Reiteramos nuestro emplazamiento a interponer un recurso ante la Administración siempre que se cumpla con la normativa de estacionamiento. Un saludo.
Los autos de fé sim anteriores a 1561, y, por tanto, a la Plaza mayor que hit como vemos. En hipotesis podrían haber sido la causa del incendio y la trasferencia de la capital a Madrid