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De virgen de las aguas a patrona de Valladolid: historia y leyenda de la Virgen de san Lorenzo

13 septiembre, 2017

Talla restaurada

“Saliendo de su casa, comenzaron a venir nublados de tal manera que cuando  llegó Nuestra Señora a la Costanilla de esta villa, caía tanto agua que fue menester cubrir el paño de las andas”: con estas palabras describen las crónicas de la época la rogativa milagrosa, pues no se concebía otro adjetivo, que coincidió con el final de una severa sequía que mantuvo en vilo a Valladolid 16 meses consecutivos en 1561.

La lluvia regó los campos vallisoletanos durante nueve días seguidos desde que el primero de mayo los vecinos recurriesen a la Virgen de san Lorenzo. Medio año después,  los ciudadanos instalaron un altar en la plaza del Ochavo para realizar otra urgente petición a Nuestra Señora de san Lorenzo: que les auxiliase ante el devastador incendio que golpeó la villa durante tres días.

No ostentaba el título de patrona de Valladolid ni lo haría hasta 1812, pero ante la devoción que la ciudad sentía en el siglo XVI por la Virgen de san Lorenzo puede decirse que, de facto, lo era.

La Virgen de los Aguadores y el milagro de la resurrección

La leyenda que acompaña a la pequeña talla es tan antigua como su primer apodo, ‘Virgen de los aguadores’. Cuenta que un pastor la descubrió en una cueva a orillas del río Pisuerga, muy cerca de la conocida como Puerta de los Aguadores, donde, según la tradición oral, la escondió un sacerdote que la trajo de Consuegra  (Toledo) para guardarla de los saqueos musulmanes.

Aunque recibió culto en esta misma cueva, sobre todo por parte de los aguadores, temerosos de las crecidas del río; hacia mediados del siglo XII fue trasladada a la ermita de san Lorenzo, de la que recibe su actual nombre.

Antiguo templo

Antiguo templo

No fue hasta el siglo XV cuando la talla atrajo la atención de buena parte de los vecinos: el conde Pedro Niño llevó hasta la ermita el cuerpo inerte de su hija Guiomar, quien, para sorpresa de todos, recobró no solo la vida sino también la salud. De la iglesia que mandó construir el conde en respuesta al milagroso hecho (ver imagen), en la actualidad solo se conserva la fachada y la torre.

La Virgen de san Lorenzo se convierte en objeto de numerosas rogativas y oidora de incontables plegarias y, desde la canonización de san Pedro Regalado, en 1746, se convierte en costumbre que la reliquia del santo acompañe a la virgen en sus traslados a la Catedral. Además del fin de la sequía de 1561, las crónicas narran otras lluvias milagrosas como la de 1738 –aunque un año después el Pisuerga se desborda y anega la iglesia- o la del dos de mayo de 1753, cuando «Sacaron en rogativa   como se acostumbra a Nuestra Señora de san Lorenzo con la reliquia de San Pedro Regalado»

Al igual que se decía que era capaz de terminar con la sed del campo, se le atribuía la protección de la ciudad ante terribles inundaciones. El propio Ayuntamiento acordó en 1788 hacer voto a perpetuidad cada 24 de febrero en recuerdo del día en que la Virgen de san Lorenzo salvó a la villa del agua por tercera vez en un siglo: del 23 al 25 de febrero de ese año, los ríos desbordados arruinaron 180 casas y acabaron con la vida de un niño. Ante la catástrofe, el mismo consistorio acordó colocar la efigie a orillas del agua en la plaza del Ochavo, donde se mantuvo la mañana del día 25.

De su nombramiento como patrona a su coronación canónica

La devoción a la Virgen de san Lorenzo se asienta en la ciudad. Valladolid reconoce de forma oficial su patronato el 8 de septiembre de 1812, año de ‘la Pepa’, primera Constitución española, casualidad que hace que se la relacione con los movimientos liberales. Con la llegada de la restauración, la monarquía se aproxima a la imagen cuando Isabel II acude para presentarle a sus hijos.

El 30 de marzo de 1917 llega a manos del Cardenal Cos la noticia de la próxima canonización de la Virgen de san Lorenzo. Rápidamente convoca a las autoridades y en apenas dos días se hace pública la buena nueva. El 21 de octubre tuvo, al fin, lugar la coronación en el balcón del Ayuntamiento, tras una misa recitada por el obispo Gandásegui y con Fernando de Baviera en representación de Alfonso XIII. Cuentan las crónicas que 50.000 personas se reunieron en la Plaza Mayor para presenciar el histórico momento: Valladolid contaba en aquel momento, según los registros del INE, con 76.000 vecinos.

Izquierda: coronación canónica. Derecha: multitudinaria procesión en los años 20.

Izquierda: coronación canónica. Derecha: multitudinaria procesión en los años 20.

 En honor a su patrona

Los actos que Valladolid celebra en honor de su patrona y alcaldesa perpetua se realizan en los días previos al ocho de septiembre, con esta jornada, festiva en la localidad, como cima de los mismos.

alfombra_virgen

  • Durante nueve días (desde el 31 de agosto) la Iglesia de san Lorenzo acoge la Novena en honor a la Virgen.
  • El domingo comprendido en este periodo tiene lugar uno de los actos más emotivos: la ofrenda floral a la patrona. Los asistentes realizan un manto de flores para la imagen (representada por su réplica) situada en el atrio, en la calle Pedro Niño, delante de una réplica de la desaparecida Puerta de los Aguadores.
  • Durante toda la mañana de esa jornada, la efigie se exhibe en el interior del templo en besapiés; además, preside varias misas, entre ellas, una institucional.
  • La madrugada del ocho de septiembre es costumbre que varios voluntarios, dirigidos por José Gerbolés, elaboren una alfombra artística en la Plaza Mayor. Emplean en ello varias horas: su delicado trabajo les ocupa, prácticamente, toda la noche.
  • Por la mañana, la imagen sale en procesión hasta la Catedral, arropada por representantes institucionales y de cofradías; a los que se unen, en su regreso, – es cuando pasa sobre la alfombra artística- grupos de danzas y folclore.

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