El Teatro Lope de Vega de Valladolid, el más antiguo de la ciudad, se prepara para volver a la primera línea de la escena cultural después de 20 años durmiendo el sueño de los justos.
El Ayuntamiento ha adquirido este 2020 el histórico edificio, con el fin de rehabilitarlo y destinarlo a uso cultural. La ciudad volverá a contar, así, con un teatro de enorme relevancia en su historia. ¿Sabías que acogió, en los años 30, el concierto de la musa del jazz Josephine Baker? ¿O que un jovencísimo Emilio Ferrari leyó aquí sus versos ante el mismísimo José Zorrilla? ¡Sigue leyendo y descubre la historia del Teatro Lope de Vega!

El Teatro Lope de Vega es obra del arquitecto Jerónimo de la Gándara (el mismo que diseñó el Teatro Calderón en nuestra ciudad, del Teatro de la Zarzuela o de la reforma de la fachada del Palacio de Senado en Madrid).
Su diseño sigue el esquema de los teatros tradicionales a la italiana: planta de herradura, con proscenio y embocadura de rica ornamentación, y una disposición clásica de patio de butacas, platea, palcos, anfiteatro y galería con capacidad para unos 900 espectadores.
Los característicos azulejos de su fachada, donde aparece representado el ‘fénix de los ingenios’, se incorporaron en 1920. Esta reforma sustituyó a un anterior medallón con la efigie de Lope de Vega, obra de Ponciano Ponzano (autor, entre otras obras, de los leones que custodian la entrada al Congreso).
La decoración original del techo de su sala principal representaba alegorías de la tragedia, la comedia, la música y el baile; y en él podría leerse los nombres de cuatro clásicos del teatro español: Calderón, Lope, Tirso y Alarcón.
El teatro se inauguró el 6 de diciembre de 1861 con la representación de la obra El premio del bien hablar, un homenaje al autor que le da nombre. Con la apertura del coliseo la ciudad suplió el hueco que había dejado la desaparición del Teatro de la Comedia en siglo XIX.
Así narraba El Norte de Castilla el que fue uno de los grandes acontecimientos del año en la ciudad:
Rebosando nuestro corazón del más ardiente júbilo, tomamos la pluma para describir la gran solemnidad que tuvo lugar la noche del viernes último en nuestra ciudad con motivo de la apertura del nuevo coliseo de Lope de Vega, y al empezar nuestro trabajo son tantas las ideas que se agolpan a nuestra mente y tantas las ilusiones que todavía conservamos, que con dificultad podremos guardar coordinación en los hechos, si queremos dar la preferencia a los que más vivamente nos impresionaron.
El Norte de Castilla, 8 de diciembre de 1861. Recogido por Narciso Alonso Cortés en
El periódico también señalaba que la inauguración citó a lo más escogido de la sociedad en «categoría, riqueza y hermosura».
La señalada velada comenzó con un concierto de la banda militar del regimiento de Almansa. La música, compuesta para la ocasión, acompañó a la colocación del retrato de la reina Isabel II. Le siguió la citada representación de la comedia El premio del bien hablar, elegida de entre las más de 1800 composiciones del ‘fénix de los ingenios’ para bautizar oficialmente al Teatro Lope de Vega.
La noche terminó con lecturas de poemas dedicados a Lope de Vega por autores como Gaspar Núñez de Arce, ovaciones dedicadas a Jerónimo de la Gándara, presente en el acto; y, en un orden menos solemne y más festivo, con el baile Los ventorrillos de la Puerta de tierra de Cádiz.
Fue tan relevante la apertura de este coliseo, que El Norte de Castilla comenzó a publicar, desde enero de 1862, un suplemento semanal dedicado a reseñar lo que acontecía en este teatro.
El protagonismo del Teatro Lope de Vega en la vida cultural de Valladolid pronto se vio amenazado por el imponente Teatro Calderón, que abrió sus puertas en 1864. Para apuntalar la importancia del Lope de Vega se fundó la publicación El Elástico, a propósito de lo cual el semanario satírico El Fandango señalaba:
A veces en los Teatros hay tantos espectadores, que por palcos y butacas suelen saltar los ratones
El Fandango, número del 27 de noviembre de 1864
El Lope de Vega sorteó la novedad del Calderón y supo permanecer como referente del teatro de una ciudad tradicionalmente amante de la escena. El mismísimo José Zorrilla acudió, en 3 de octubre de 1865, a la representación de Sancho Gracia. Entre los poetas que recitaron sus loas aquella tarde estaba un aún desconocido Emilio Ferrari, que por aquel entonces tenía 16 años. Fue, como inmortalizó la prensa del momento, una temporada sobresaliente.

A principios del siglo XX comenzó a funcionar también como cine. Los teatros vallisoletanos se adaptaban a los nuevos gustos de público, encandilados por el realismo de la gran pantalla (muy cerca de este centro abría sus puertas, en 1930, el Cinema Coca). La primera película sonora que proyectó fue La sirena del puerto (el 9 de enero de 1940).
En abril de 1931 acogió la actuación de la cantante americana Josephine Baker. El paso por la ciudad de este icono del jazz y musa de Man Ray, precedida por la fama de su poderosa voz y sus bailes sensuales, fue un acontecimiento que pone de manifiesto la importancia que tuvo el Teatro Lope de Vega en Valladolid.
Teatro, cine y conciertos se sucedieron durante décadas. Durante algunos años fue, además, sede de la Semana Internacional de Cine de Valladolid (la Seminci).
Cerró sus puertas al público el 30 de abril de 2000, después de 139 años de frenética actividad cultural. Durante este letargo fue, de forma muy puntual, sede provisional de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León (OSCyL), mientras se terminaban las obras del Auditorio Miguel Delibes. El deterioro del edificio era tal que durante un ensayo de la OSCyL, el día 14 de febrero de 2006, se desprendió parte del artesonado de escayola.
Ese mismo año Caja España-Duero (hoy Unicaja) adquirió el inmueble con la intención de restaurarlo, proyecto que, sin embargo, nunca llegó a acometerse.
Las puertas del Teatro Lope de Vega permanecen aún cerradas. En 2020 el Ayuntamiento de Valladolid acordó la adquisición del edificio con la intención de escribir una nueva página en la historia del teatro más antiguo de la ciudad.

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