Zaratán al noroeste, Arroyo de la Encomienda al suroeste, Santovenia del Pisuerga al noreste y La Cistérniga al sureste: estos son los municipios que marcan, en la actualidad, los límites territoriales de Valladolid.
Sin embargo, los dominios de la que fue villa de realengo se extendieron hasta lo que hoy es Boecillo, Cigales, Viana o Portillo. Así fue el rápido crecimiento…y la pérdida de territorios de la villa.
Parte de esta influencia, como era habitual en la época, se basaba en el derecho. A la ciudad se le concedió un territorio por privilegio real que fue ampliado por nuevos privilegios y adquisiciones (aunque muchos de estos privilegios no eran otra cosa que ventas camufladas).
La primera delimitación de su territorio, realizada en 1155, incluye las donación de Renedo realizada por Alfonso VII. Se amplía con la compra de Santovenia (1228) y Herrera (1229) y las mercedes de Cabezón (1255), Tudela (1293), Peñaflor (1393) u Olmos (1409). Durante un tiempo estuvieron, también, bajo la jurisprudencia de Valladolid Cigales, Simancas y Portillo.
El momento de mayor extensión territorial se alcanza en el siglo XIV con la compra de Aniago. Por aquel entonces, tiene bajo su jurisdicción, entre otros, los municipios de Santovenia, Simancas, Cigales, Cabezón, Renedo, Castronuevo, Olmos de Valdesgueva, Fuensaldaña, Villanubla, Peñaflor, Tudela, Herrera, Boecillo, Lauguna, Viana o Portillo.

Sin embargo, se trataba de una población de pequeño tamaño comparada con otras de su entorno. En 1591, todo este territorio sumaba 2.196 vecinos, de los cuales más de 500 eran de Tudela del Duero (de aquí el empeño que puso la ciudad en que el pueblo no se emancipara). Ciudades de mucha menor importancia influían sobre más personas: es el cado de Medina del Campo, que por aquella época reunía 3.742 vecinos.
¿Cuál era, entonces, la importancia de Valladolid?
Pese a contar con mayor población, la autoridad de Valladolid era de especial calado en la época: su influencia era social, cultural y, sobre todo, económica. Era sede del principal tribunal de justicia, la Real Cancillería; y notable era el influjo cultural de su Universidad. Era ciudad elegida a menudo para la celebración de las Cortes y residencia en no pocas ocasiones de los monarcas.
¿Cómo era la relación de Valladolid con el alfoz?
Cada pueblo bajo la jurisdicción de Valladolid tenía su propio alcalde. A principios de cada año, este debía presentarse ante el corregidor y el Concejo de la ciudad para jurar hacer ejecutar las decisiones de la villa: solo entonces eran oficialmente confirmados en sus cargos.
¿Y con qué, exactamente, debían cumplir estos municipios? Entre otros aspectos, con las ordenanzas municipales, la normativa sobre importaciones y ventas, precios, pesos y medidas, el mantenimiento de caminos y puentes o realizar determinadas prestaciones a petición de la ciudad.
Pérdida del alfoz
En el siglo XIV y hasta el reinado de Isabel de Castilla, la Corona se enfrenta a un delicado periodo en el que ve eclipsado su poder. En esta situación, monarcas y regentes compran el apoyo de la nobleza a golpe de territorios, que concedían como mercedes. Una costumbre que mermó las propiedades territoriales de realengo.
Valladolid no fue ajena a esta práctica: Cigales, Simancas o Portillo son otorgados a nobles como el Almirante de Castilla o el Conde de Benavente. Poco a poco, la ciudad pierde su alfoz. A finales del siglo XV, y en los albores de la Guerra de las Comunidades de Castilla, la villa está rodeada de señoríos de grandes nobles -quienes, por cierto, solían residir en la ciudad-.
La historia profundiza, de forma lenta, pero constante, en esta dinámica (varios municipios continuaron bajo el paraguas de la capital durante siglos) hasta configurar la capital de Valladolid como la conocemos en la actualidad.

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