“Los temas de mis primeros trabajos fueron, por accidente, las mujeres; y, sin embargo, desde entonces, cada vez que pienso en una nueva serie, de alguna manera está relacionada con las mujeres”
Valladolid presenta, por primera vez en España, una muestra individual de la fotógrafa Shadi Ghadirian, convertida en altavoz de la mujer en Irán y representante de la fusión entre tradición y modernidad.
Después de dos décadas exponiendo en importantes centros de Europa, Asia y América, la artista recala en nuestro país con la muestra Como todos los días, título de su segunda serie (Like Everyday, 2000). Desde un punto de vista totalmente subversivo, la artista denuncia el peso de la tradición del hogar, que puede llegar a aplastar la propia personalidad de la mujer. “La mujer es forzada a atender los deseos y gustos de “los demás”, tanto que, a veces, ni siquiera pueden mostrar su propia cara”, cuenta Ghadirian. En un original giro, cubre los rostros de las modelos con los utensilios domésticos que marcan cada jornada, ‘como todos los días’.
Consolida la vertiente crítica de su creación en favor de la mujer. Y, sin embargo, durante largo tiempo fue desacreditada por los sectores más reaccionarios de Irán, también por parte de las mujeres de avanzada edad, en contraposición a la nueva ola de jóvenes que ve en la fotógrafa un faro hacia la modernidad.
Con Like everyday, Ghadirian planta el germen de la controversia y de la crítica ante las responsabilidades que recaen sobre la mujer en su país. Es la continuidad, fluida y natural, de su debut, Qajar (1998), que la catapultó a la primera división de la fotografía en Occidente.
Para su puesta de largo como fotógrafa, se inspira en los retratos del periodo Qajar, dinastía persa que dominó Irán hasta principios del siglo XX. Recupera los posados orgullosos y hogareños, ahora, totalmente descontextualizados por la introducción de elementos contemporáneos. “Las contradicciones de la vida en ese momento me dieron el motivo”, dice sobre la serie que marcó su proyección internacional. Una de las piezas más icónicas es la imagen de una joven cubierta con un hijab en actitud gansta, con un radio-cassette de los años 80, que evidencia el estado de muchas mujeres iraníes atrapadas fuera de su época.
El peso de la historia
Shadi tenía cinco años cuando estalló la Revolución Islámica en su país. El hijab se impuso, a la fuerza, entre las mujeres. “Las imágenes de las mujeres en las revistas extranjeras que se venden en Irán son tratadas de igual manera: son tintadas por las autoridades competentes encargadas de proteger a la población de los peligros provocados por dichos cuerpos”, explica la artista. En su serie West by East (2004) se atreve a plantar cara a esta acción retrógrada al retratar a jóvenes persas a la manera occidental, retocando las instantáneas tal y como lo hace la censura de su país con las revistas europeas.
El espíritu crítico de Ghadirian analiza también el asalto de las nuevas tecnologías a la identidad del individuo. En Ctrl + Alt + Del (2006) su reflexión vira hacia el modo en que “nos transforman. Nos organizan. Nos leen y nos escriben”: se refiere a los minúsculos iconos del ordenador, del Smartphone, a cómo toman las riendas de nuestra vida y, con un simple comando (el que forman las teclas Ctrl, Alt y Del) nos anulan.
Pese a este paréntesis dedicado al análisis de la revolución tecnológica, la creación de la iraní sigue centrándose en su sociedad. Con una infancia y una adolescencia marcadas por la Revolución Islámica de 1979 y la guerra con Irak (1980-1988) conoce, de primera mano, algunos de los episodios más oscuros de la antigua Persia. Series como White Square (2008) son su terapia, la terapia de las mujeres de su generación, ante estos acontecimientos. Su objetivo apunta ahora a enseres de uso militar decorados con lazos de seda roja: apartados de su hábitat natural parecen elementos delicados. Inspirada, según cuenta la artista en el tema Imagine de John Lennon, “Tuve la sensación de que me estaba acercando al tema que quería mostrar en mis fotografías, tuve que encontrar las imágenes para estas palabras”.
La serie fotográfica más reciente de las que se exhiben en Valladolid, Miss Butterfly (2011) retoma, una vez más, la situación política de Irán. El universo paranoico y angustioso que recrea nace tras su confinamiento forzoso por el miedo a ser arrestada en los días cercanos a las elecciones presidenciales de 2009. El instinto de conservación, de supervivencia, la necesidad desesperada de protección despierta de una bofetada ante un sistema social que se ha derrumbado. Da paso a la incertidumbre y al miedo, a la lucha de Miss Butterfly (Señorita Mariposa) por mantener viva la esperanza pese a la opresión y los peligros que acechan, incluso aunque esto suponga abandonar el hogar y a los seres queridos.
Superpuesta a la presencia de su entorno y de la sociedad que la ha mecido desde niña está, omnipresente y más allá de las sutilidades, su condición de mujer:
«Deseo continuar hablando de las mujeres porque todavía tengo mucho que decir. Estas son mis palabras como mujer y las palabras de todas las otras mujeres que viven en Irán, en donde el ser mujer tiene su propio sistema».
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