Año 1975. El cine, como otras manifestaciones culturales, se debatía entre la apertura y la férrea censura franquista sorteada, en más de una ocasión, a base de ingenio.
El estreno en España de la que puede ser la más controvertida película de la igualmente controvertida trayectoria de Stanley Kubrick, La naranja mecánica, tuvo lugar en plena dictadura franquista y en Valladolid.
El régimen daba sus últimos coletazos –faltaban siete meses para la muerte de Franco-. La que en su día fue una cita dedicada al cine religioso celebraba su tercera edición como Semana Internacional de Cine de Valladolid. Su entonces director, Carmelo Romero, le puso el ojo encima a la cinta de Kubrick. Una apuesta arriesgada para la España de los primeros años 70, precedida de una polémica como pocas veces se ha visto en la historia del celuloide.
La película se estrenó en 1971 –cuatro años antes de su paso por la Seminci- en el Reino Unido. El revuelo que causó fue tal que el propio Kubrick pidió a la Warner su retirada de las salas comerciales: la autocensura impuesta por el director fue tal que no ha podido verse en ese país hasta la década de los 2000. Fue objeto de censura en numerosos países. España no fue una excepción.
«Yo había visto La naranja mecánica cuando se estrenó en Montréal y supuso todo un impacto. Estaba prohibida en España desde 1971. La Dirección General de Cinematografía y Warner Española, que distribuía la película, montaron una operación para estrenarla en Valladolid, a ver qué pasaba.» Carmelo Romero.
’50 años. Semana Internacional de Cine de Valladolid. Una ventana al mundo’, de César Combarros.

La ‘treta’ de la Seminci
No fue sencillo conseguir que La naranja mecánica se estrenara en Valladolid. Romero tuvo que convencer, primero, a la Junta de Censura. Por esta parte fue concebido como una suerte de ‘experimento’ para testar la reacción del público antes de autorizar su distribución en las salas comerciales.
Más complicadas fueron las conversaciones con Stanley Kubrick. El director, maniático hasta el extremo en todo lo relativo a la exhibición de sus películas –llegaba hasta a controlar qué actores participaban en los doblajes extranjeros-, se negó a su proyección en la Seminci.
A tres días del estreno, el director del festival recibió una llamada de la Warner solicitando la devolución de la cinta para su revisión. La siguiente noticia que recibió fue que la copia no iba a ser enviara a Valladolid por decisión del director.
La negociación se saldó con la promesa de estrenar en la Universidad, bajo todo tipo de indicaciones técnicas detalladas por el cineasta.
Sin embargo, el director de la Seminci había engañado a Kubrick para asegurar la exhibición de la cinta: la película se estrenó en el cine Coca, seguida de otro pase en el teatro Carrión.
“La gente hizo cola durante más de 24 horas y se organizó muy bien, por turnos, ya que habíamos acordado vender solamente dos entradas por persona (…). Había una cola espectacular rodeando la calle, de gente que venía de todas partes y había pasado la noche anterior en plena calle, con sacos de dormir” María Calleja
’50 años. Semana Internacional de Cine de Valladolid. Una ventana al mundo’, de César Combarros.
Pocas horas antes de que abriera la taquilla, Carmelo Romero recibió la noticia de que no había entradas porque el gerente del Carrión as había distribuido entre amigos. Al final se realizó a la carrera una nueva tirada de localidades.
Para rematar el complicado estreno, durante la proyección se recibió un aviso de bomba en el Carrión. Romero decidió no interrumpir la proyección. Finalmente, para alivio de todos, resultó ser un falso aviso.
- Estas son solo algunas de las curiosidades que encontrarás sobre esta película, su estreno y la siempre interesante carrera de Stanley Kubrick en la serie ‘Podcast de Cine Seminci’: escúchalo aquí.
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