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El Patio Herreriano prorroga la muestra ‘Suite 347’ de Pablo Picasso hasta el tres de marzo
29

ene

2019

El Patio Herreriano prorroga la muestra ‘Suite 347’ de Pablo Picasso hasta el tres de marzo

El Museo Patio Herreriano amplía la exposición de la ‘Suite 347’ de Pablo Picasso, en sus salas 3, 4 y 5, hasta el próximo tres de marzo.

La serie está formada por 347 grabados realizados por Picasso entre el 16 de marzo y el 8 de octubre de 1968, ya en su vejez. Se trata de su penúltima gran serie, anterior a la ‘Serie 156’ (1969-1972). Desde un punto de vista cuantitativo, es el mayor conjunto de grabados individuales del artista.

Picasso no bautizó a la suite, aunque sí a los grabados de forma individual. Fue mostrada al público por primera vez en 1970, en la Gallerie Louis Leiris de París, antes de su paso por el Art Institute of Chicago.

La Suite 347 está formada por cuatro bloques que reflejan obsesiones y temas recurrentes del pintor. Así, ‘La celestina’, dedicada a la obra de Fernando Rojas, recuerda la fascinación del artista por el Siglo de Oro español.

En ‘Picasso, su obra y su público’, se remonta a técnicas y estilos que fueron habituales a lo largo de su carrera. La muestra continúa con ‘Mitologías y circos’, en relación con la tradición grecorromana, y concluye con ‘El pintor y sus modelos’. Suite 347, la penúltima gran serie que realizó –Serie 156 llegaría poco después- recoge toda la imaginería de Picasso.

Tiene, así, un fuerte componente autobiográfico, no exento de la influencia de la época en la que se realizó la obra –pueden encontrarse referencias a Mayo del 68 o a Charles de Gaulle-. Si un tema empapa el conjunto es el erotismo, tan explícito que en su primera exhibición, en 1970, la Gallerie Louis Leiris de París tuvo que habilitar una sala privada de acceso reservado solo al público adulto.

Destaca la impecable técnica de la que hace gala en cada lámina. Contó para ello con los hermanos grabadores Aldo y Piero Crommelynck, que establecieron un taller cerca de la residencia de Picasso en Mougins para este encargo. Allí, Picasso experimentó con las posibilidades del grabado: combinó distintas técnicas, en aguafuerte y aguatinta con resinas y azúcar, o la punta seca; con tal dominio de todas ellas que está considerado, junto con Durero, Rembrandt y Goya, maestro indiscutible del grabado.

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