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El Museo Patio Herreriano dedica una muestra a la etapa expresionista de Esteban Vicente
11

mar

2019

El Museo Patio Herreriano dedica una muestra a la etapa expresionista de Esteban Vicente

“Pintar no es pensar, es sentir”: con estas palabras definía el segoviano Esteban Vicente su relación con el arte, premisa de una trayectoria que lo consagró como uno de los principales representantes del expresionismo abstracto americano. Sobre la misma frase se arma la muestra Esteban Vicente. Siento, luego pinto que reúne hasta el 2 de junio 73 obras del artista en el Museo Patio Herreriano de Valladolid. 

La concejala de Cultura y Turismo, Ana María Redondo, ha inaugurado la exposición, acompañada por la directora del Museo Esteban Vicente y comisaria de la propuesta, Ana Doldán. Durante su intervención, la edil ha destacado la declaración, anunciada el pasado viernes, de la colección del Museo Esteban Vicente como Bien de Interés General.

La muestra del Patio Herreriano se centra en el periodo más reconocido de Vicente, su etapa expresionista, que abarcó los años dorados de su carrera y que lo introdujo en la conocida como Escuela de Nueva York. En la cuna de la modernidad se consagró como referente ineludible del expresionismo abstracto americano, a la altura de Pollock o Rothko, mientras pasaba desapercibida en su país natal, que no le dedicó ninguna exposición relevante 1986. 

Con la vista puesta en marcar su evolución desde que en los años 50 abandonase la figuración se repasan las cuatro técnicas que exploró: la pintura, el dibujo, el collage y el collage en tres dimensiones –al que Vicente llamaba ‘toys’ o ‘divertimentos’-; si bien las consideró a todas como extensión de la pintura. 

La selección de “obras maestras entre las obras maestras de la colección”, como ha destacado su comisaria, pone de manifiesto los rasgos que hacen reconocible al principal español adscrito a la llamada Escuela de Nueva York. Entre ellos, Durán ha señalado “la armonía como base de su proceso creativo” y “la obsesión por el binomio luz-color” que derivó en el uso del aerógrafo al que quedó indisolublemente asociado.
 

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